Este último proyecto, elaborado por la Convención Constituyente, se suma al rechazo masivo de otro proyecto en septiembre de 2022.

Chile, con su ingreso per cápita más alto de la región y una sociedad de clases medias consolidada, se encuentra en una encrucijada. La sociedad, que alguna vez redujo la pobreza por debajo del 8 %, ahora enfrenta el desafío de explicar por qué rechazó dos proyectos constitucionales en un corto período. La pregunta fundamental es: ¿por qué una nación que no ha sufrido una guerra convencional o una guerra civil se sumerge en este «momento constitucional» en busca de cambios radicales?
La historia reciente de Chile refleja la polarización política y social, manifestada en las protestas de 2019 y la creación de la Convención Constituyente. La fractura ideológica entre derechas e izquierdas, junto con la falta de consenso, ha llevado a dos rechazos consecutivos de propuestas constitucionales. Mientras algunos consideran que la resistencia es una expresión de la voluntad de conservar la actual Constitución, otros ven en ello una señal de descontento y desconfianza hacia el proceso constituyente.
El rechazo a las propuestas constitucionales no solo plantea desafíos para la estabilidad política de Chile, sino que también ha tenido consecuencias económicas, con una recesión, desplome de la inversión privada y fuga de capitales. El país se encuentra en una encrucijada entre la necesidad de cambios y la resistencia a abandonar una Constitución que ha sido reformada en múltiples ocasiones. En este contexto, el desafío para las fuerzas políticas es encontrar un terreno común que permita avanzar hacia un consenso constitucional y mantener la estabilidad económica.