La “Operación Contención”, ejecutada por 2.500 agentes en favelas de Río, dejó 132 fallecidos y más de 100 arrestos, generando indignación internacional por el uso excesivo de la fuerza.

La megaoperación policial realizada el martes en Río de Janeiro se ha convertido en la más sangrienta en la historia de la ciudad brasileña. Según la Defensoría Pública regional, el número de muertos asciende a 132, entre ellos cuatro agentes. La Policía confirmó oficialmente 119 víctimas, mientras los vecinos de las favelas afectadas siguen encontrando cuerpos en las calles y plazas.
Durante la intervención, las fuerzas del orden detuvieron a 113 personas, incluidos 10 adolescentes, e incautaron 118 armas —entre ellas 91 fusiles—, 14 explosivos y una tonelada de droga. Los operativos se centraron en desarticular al Comando Vermelho, una de las mayores organizaciones criminales del país, aunque los enfrentamientos derivaron en un saldo devastador.

Vecinos del barrio de Penha colocaron más de 50 cuerpos en una plaza para facilitar su identificación, ante la ausencia de las autoridades. “El Estado nos abandonó hace mucho tiempo y nos volvió a abandonar después de esta matanza”, expresó Rayune Díaz Ferreira, una de las habitantes que busca a su primo entre los fallecidos. Testigos relataron noches enteras sin dormir ni comer, buscando a sus desaparecidos.
La Oficina de la ONU para los Derechos Humanos manifestó su “horror” ante los hechos y pidió una investigación inmediata. Mientras tanto, el gobernador de Río, Cláudio Castro, declaró luto por los cuatro policías muertos y reforzó el patrullaje en 40 %. El operativo ocurrió a pocos días de eventos internacionales previos a la COP30, lo que ha reavivado las críticas al uso de estas acciones como medida de “control” antes de encuentros de alto perfil.


