Pese a la devastación causada por las lluvias, el gobernador regional minimiza los reclamos y ofrece soluciones tardías.

La emergencia en Trujillo se agrava tras el desborde de quebradas en diversos distritos, dejando calles intransitables, viviendas destruidas y cientos de damnificados. En medio del caos, el gobernador regional de La Libertad, César Acuña, evitó asumir responsabilidad y declaró que «no se puede hacer nada contra la naturaleza», lo que desató el enojo de la población.
Uno de los sectores más golpeados es La Esperanza, donde el hospital distrital Jerusalén quedó inoperativo por la acumulación de aguas contaminadas. Áreas clave como emergencias y hospitalización fueron cerradas, mientras pacientes y personal médico se enfrentan a condiciones insalubres.
En Wichanzao y Mampuesto, los vecinos intentan protegerse construyendo muros y reforzando sus viviendas con sus propios medios. «Acuña nos prometió ayuda, pero el huaico llegó antes que él», lamentó Marco Rojas, residente de El Porvenir, quien, como muchos, siente que las autoridades los han dejado a su suerte.
Frente a las críticas, el gobernador anunció la limpieza de las zonas afectadas y el envío de maquinaria. Sin embargo, entre los damnificados predomina el escepticismo. «Siempre es lo mismo, vienen, hablan y se van», comentaron, mientras esperan soluciones concretas antes de la próxima lluvia.